Devocional


Levadura en acción


por Christopher Shaw

El principio de un elemento escondido en el crecimiento, es aplicable a todos los ámbitos de la vida espiritual.

Versículo: Mateo 13 

Jesús contó una segunda parábola sobre el tema del crecimiento en el reino, similar a la de la parábola del grano de mostaza: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado» (v. 33). Aunque pueden existir algunas diferencias sutiles con la parábola anterior, es posible que Jesús también demostrara sensibilidad a la variedad de personas presentes en la multitud.



La parábola de la semilla de mostaza tendría mayor significado para aquellas personas que trabajaban la tierra, en su mayoría hombres. La parábola de la levadura resultaría fácilmente comprensible para las personas cuya vida cotidiana transcurría dentro de la casa, en su mayoría mujeres.

El Espíritu ha trabajado en forma secreta, y ha convertido nuestros esfuerzos en un fruto eterno.

El uso de dos historias similares para ilustrar una misma verdad deja una valiosa lección para todos los que están involucrados en el ministerio de la enseñanza. La búsqueda de formas sencillas para presentar las verdades eternas de la Palabra a aquellos que estamos formando, debe incluir una sensibilidad a la realidad de los oyentes.



De nada sirve utilizar un ejemplo de la vida de alguien que vive en Siberia si la mayoría de los oyentes no tienen idea de los rigores de la vida en esas regiones. Nuestras ilustraciones deben ser tomadas del mundo que conocen nuestros oyentes, lo cual puede incluir varios ejemplos similares para contemplar la variedad de ocupaciones de los que escuchan.



La parábola de la levadura también ilustra el proceso de crecimiento en el reino. En la parábola del grano de mostaza Jesús hizo énfasis en el tamaño final del árbol, el cual llegó a ser mayor que todos los demás árboles. En esta historia, el tamaño está representado en las tres medidas de harina que tomó la mujer. Esto sería el equivalente a cuarenta kilos, ¡lo que produciría pan para al menos cien personas! Queda claro por las proporciones que utilizó Cristo que quería dejar de manifiesto el asombroso tamaño del proyecto inicial, lo cual parecería imposible de alcanzar.



Al igual que en la otra parábola, existe un elemento escondido en el crecimiento, junto a un comienzo poco favorable. Al esconder la levadura en la masa, lo cual involucra un buen trabajo de amasado, la cocinera no ve inicialmente ningún resultado aparente a sus esfuerzos. Debe dejar que la levadura comience a trabajar, para que eventualmente la masa completa sea afectada por el proceso.



Este principio de crecimiento es aplicable a todos los ámbitos de la vida espiritual. Nuestras oraciones rara vez reciben respuesta inmediata. La palabra que compartimos con amigos parece no surtir efecto. Nuestros esfuerzos por formar la vida de nuevos discípulos parece en vano. Mas con el pasar del tiempo comenzamos a ver que nuestro esfuerzo produce fruto. El Espíritu ha trabajado en forma secreta, y ha convertido nuestros esfuerzos en un fruto eterno. Vemos, de este modo, cuán valioso es para el obrero una actitud de paciente perseverancia. Los grandes cambios no se logran en un momento, y ¡qué difícil es para nosotros esperar cuando la velocidad se ha convertido en un elemento codiciado por nuestra cultura!